ENSAYO
Trabajo presentado como requisito para el curso virtual del SENA “Estrategias Pedagógicas para el Desarrollo del Pensamiento”, Unidad 1: Cognición y Aprendizaje
Por: Carlos Augusto Arias Vidales
Medellín, 20 de Marzo de 2011
Uno de los lamentables malentendidos que se está presentando en la actualidad es la concepción según la cual la tarea de la Educación le corresponde a la institución escolar. Me explico: entre la gente se ha difundido la idea de que la Escuela es LA responsable de educar a las nuevas generaciones; y por eso, cuando se evidencia que las expectativas comportamentales, laborales, profesionales, intelectuales, culturales... etc., que se tienen para la infancia, la adolescencia y la juventud distan mucho de verse plasmadas en la realidad de amplios sectores de estos grupos etáreos, la primera acusada, y la primera llamada a revisión y reforma, es la Escuela. Sin embargo, lo cierto es que la tarea educativa es responsabilidad de toda la sociedad, de todos y cada uno de sus grupos, organizaciones, comunidades e instituciones; por su puesto, cada cual a su modo y en distintos aspectos; pero es tarea de todos. De modo que, cuando las cosas no marchan bien en lo que se refiere al proceso educativo de nuestras noveles generaciones, es la sociedad entera la que debe ser revisada y reformada.
Partiendo de esa puntualización, cabe preguntarse: “¿Cuál es la tarea de la educación?”. En términos generales, podemos decir que es ayudar al sujeto a desarrollar, al máximo de sus posibilidades y de forma integral e integrada, sus facultades humanas (emocionales, intelectuales y biofísicas; personales y sociales), de forma que llegue a ser una persona realizada en el plano subjetivo, y funcional, productiva y constructiva en el plano colectivo.
Ahora, la cuestión es: “¿A través de qué se logra dicho desarrollo?”, o, dicho de otra forma: “¿Cuáles son los procesos básicos que coadyuvan a la consecución de tal desarrollo?”. Básicamente, son tres; veamos:
En el campo intelectual, se hace necesaria una adquisición de conocimientos, gracias a los cuales el sujeto se forma un pensamiento crítico que le permite interactuar en y con su medio (natural y social) de forma consciente, racional y reflexiva. En este proceso están implicados tres subprocesos:
- La apropiación del saber previo (la herencia cultural), que se constituye en la base de todo el proceso. Ahora bien, esta “apropiación” no consiste en la mera aprehensión “acumulativa” del saber culturalmente generado y comunicado por las comunidades humanas, sino que implica toda una labor crítica por parte del sujeto, a partir de la cual llega a respetar, apreciar y, si es del caso, conservar y difundir, el saber generado por las generaciones precedentes.
- La evaluación del saber apropiado, como se pudo deducir de lo dicho inmediatamente antes, la apropiación del saber previo no se realiza de modo pasivo, sino que, por el contrario, conlleva una necesaria dinámica intelectual en la cual el sujeto confronta el saber apropiado con las circunstancias actuales, con sus representaciones e intereses personales, con las necesidades sociales y con las perspectivas de futuro. Como resultado de todo este movimiento intelectual, el sujeto puede llegar a: a), validar el saber que le ha sido comunicado, y aceptarlo como cierto y útil para su vida personal y social; b), descubrir en él carencias, falencias y/o falacias, lo que necesariamente lo llevará a profundizar más en dichos saberes, dando como posible resultado, la corrección del saber precedente; c), considerar que dicho saber es obsoleto, es decir, que ya no responde a las circunstancias y necesidades actuales, o, simplemente, que es un saber erróneo, comprometiéndolo en la búsqueda de saberes y conocimientos que ofrezcan mayor garantía de pertinencia, certeza y veracidad, frente a las dudas e interrogantes que de aquello hubieren resultado, llegando, entonces, a generar nuevo saber.
- Finalmente, este saber apropiado y evaluado (por vía de la validación, de la corrección o de la generación), está a disposición del sujeto para su aplicación constructiva y creativa sobre la realidad, generando sobre ésta cambios y transformaciones beneficiosas tanto para sí mismo como para la sociedad e, incluso, la humanidad en su conjunto.
En segundo término, en el campo biofísico, así como en el social, el sujeto precisa la adquisición de habilidades y destrezas, que le permitan desenvolverse y operar en y sobre su entorno de forma eficiente, eficaz y efectiva a fin de obtener de él los recursos necesarios para su subsistencia y su convivencia, así como para su desarrollo y crecimiento; igualmente, para aportar sus propias aptitudes y capacidades para la conservación, la transformación y el mejoramiento de dicho entorno.
Este segundo proceso, no es algo aparte ni sustancialmente distinto del anterior, sino que están inherentemente interrelacionados, pues desde una habilidad aparentemente instintiva, como lo es por ejemplo, el “reflejo” de succionar del lactante; pasando por habilidades no instintivas y aparentemente sencillas, como martillar o como anudarse una corbata; hasta habilidades mucho más complejas, como sostener un debate académico o diseñar una aplicación informática; todas ellas requieren de un necesario y suficiente desarrollo de la inteligencia cognitiva.
Finalmente, en el campo emocional y social, se requiere un cambio de actitudes. Gracias a los aportes hechos por las ciencias psicológicas, y resalto muy especialmente los del psicoanálisis, hoy comprendemos mejor que el ser humano, al nacer, es un ser esencialmente dominado por sus instintos y completamente volcado a la satisfacción de sus impulsos y necesidades. Es lo que en la jerga psicoanalítica se denomina “narcisismo primario”, el cual hace del bebé un tirano que exige la satisfacción inmediata de sus necesidades y demandas. Esto, no es ni bueno ni malo: es normal y necesario para la supervivencia del infante.
Sin embargo, si el niño, en su proceso de crecimiento y desarrollo, no aprende a controlar sus impulsos y a postergar la satisfacción de sus necesidades y demandas (“diferir gratificaciones” diría un psicoanalista), seguirá fijado en su narcisismo, recibiendo ya el nombre de “narcisismo secundario”, el cual no es normal ni deseable, ya que genera una persona egoísta (que sólo piensa en la satisfacción de sus propios intereses y necesidades), egocéntrica (incapaz de comprender o de ser tolerante con los puntos de vista que difieren o que discrepan del propio), irracional (movida más por sus impulsos y sentimientos que por la razón),… en fin, podríamos seguir enumerando, pero no es eso lo que interesa acá. Lo que interesa es señalar que, precisamente, es tarea de la educación conducir el proceso de desarrollo emocional, sexual y social del sujeto, de forma que gradualmente vaya superando esas actitudes narcisistas y, de forma crítica y constructiva, ajuste sus impulsos, necesidades y demandas a los requerimientos y las posibilidades del entorno.
Para finalizar, queda una cuestión: “¿De qué modo, o con qué estrategias se logra el desarrollo de la persona?”. Podemos mencionar, básicamente, tres estrategias:
- Enseñara a aprender: reza un proverbio antiquísimo: “Quien da un pescado, calma el hambre por un día; quien enseña a pescar, la calma para toda la vida”. Más que de enseñar fórmulas, reglas, principios, de lo que se debe tratar la educación es de dotar a la persona de un cúmulo de herramientas intelectuales y emocionales que le permitan seguir avanzando por sus propios medios en el constante proceso de hacerse a sí mismo.
- Enseñar por procesos: es decir, lo que se debe hacer no es ofrecerle a la persona un saber ya acabado, y por ello inapelable, sino ayudarlo a descubrir y construir por sí mismo, de forma gradual y guiada, tanto el saber previo como un nuevo saber.
- Enseñar por problemas: la vida misma es un “problema” que hay que resolver; cada día, a cada instante, el sujeto se ve confrontado con situaciones que lo avocan a una respuesta, a una solución. Por ello, en la medida en que se expone al sujeto a situaciones problémicas a fin de que halle la solución más pertinente y creativa a cada una de ellas, se le está enseñando a enfrentarse creativa y constructivamente a los dilemas y dificultades que la vida le depara.
En la medida que todo esto se adelante en forma gradual y armónica es que se puede esperar un proceso educativo fructífero y satisfactorio.
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