INFORME DE LECTURA SOBRE LA OBRA
PSICOANÁLISIS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA
DE ERICH FROMM
CARLOS AUGUSTO ARIAS VIDALES
Curso Propedéutico
Semestre II
Español
Beatriz Martínez Ríos
17 de noviembre
SEMINARIO DE CRISTO SACERDOTE
YARUMAL
2006
INTRODUCCIÓN
Tal vez ninguna disciplina moderna haya calado tan profundo como el Psicoanálisis. Junto con la Filosofía, es una de las disciplinas humano-sociales más versátiles y críticas, que ha procurado penetrar de forma integral las diversas esferas de la vida humana, desde el arte y la literatura, hasta la política y la vida social.
Precisamente, esta obra es una muestra de la capacidad de integración, integralidad e interdisciplinariedad del psicoanálisis, que les exige a quienes lo practican una gran apertura y atención a las diversas manifestaciones de la vida y el comportamiento humano.
Por esta misma apertura y capacidad de observación atenta y concienzuda propias del psicoanalista, se comprende el hecho de que un libro escrito hace poco más o menos cincuenta años, tenga tanta vigencia; describa situaciones y realidades que siguen estando presentes, como si aquellas páginas hubieran sido proféticas, adelantando, a partir de las realidades de entonces, lo que nos deparaba a quienes vivimos en la actualidad.
Ciertamente, las realidades que describe Erich Fromm en esta obra, ya estaban presentes entonces, pero en el transcurso de estos cincuenta años se han seguido desarrollando y evolucionando, de forma que ahora se han agudizado aún más.
Por ello, leer este libro nos aporta una comprensión crítica de la situación de enajenación que se vive hoy día y nos da pistas, aunque no hay que tomarlas al pie de la letra, para enfrentar tal problemática, y ayudar a construir una sociedad y un hombre más libres y auténticamente felices.
BIOGRAFÍA DEL AUTORErich Fromm nace en Frankfurt (Alemania) en 1900. Psicoanalista y pensador alemán célebre por aplicar la teoría psicoanalítica a problemas sociales y culturales. Descendiente de familia judía. Tan sólo tenía 14 años cuando estalló la I Guerra Mundial, quedó realmente impresionado por la naturaleza de la conducta humana, siendo incapaz de comprender un acto tan irracional.
Durante su etapa escolar, Fromm estudiaría con gran interés a Freud y Marx, encontrando en éste primero una forma de comprender la personalidad humana y las influencias sociopolíticas expuestas por Karl Marx. Cursó filosofía en la Universidad de Heidelberg en 1922, y se especializó en psicoanálisis en la Universidad de Munich y en el Instituto Psicoanalítico de Berlín, que fuera fundado por Freud. En 1925 comenzaría a ejercer como psicoanalista, siendo posteriormente nombrado profesor de la universidad de su ciudad natal. Durante los años 30 daría a conocer sus primeros trabajos sobre psicología religiosa, trabando en estrecho contacto con pensadores de la Escuela de Frankfurt, tales como Marcuse, Adorno o Benjamin.
Visitaría Estados Unidos por vez primera en 1933; sin embargo, el ascenso de Hitler al poder le llevaría a establecerse en ese país, adquiriendo posteriormente la nacionalidad estadounidense. Sería profesor en las universidades de Columbia, Michigan, New York y Yale, en el Bemmington College de Vermont y en el Instituto Americano de Psicoanálisis. A menudo se le vería envuelto en asuntos socio-políticos por los que sentía un verdadero interés. En 1941 publicaría su ya célebre obra "El miedo a la libertad", que le dio a conocer, siendo muy traducida y divulgada, en la cual trata el movimiento nazi en lo que algunos han venido a denominar como una interpretación "sociopsicoanalítica". En esta obra se revelaría un alejamiento definitivo de Freud. En 1949 se traslada a Cuernavaca (México), de cuya universidad sería profesor. Por entonces fue desarrollando una teoría política acorde con sus ideas anteriores, que llamó "socialismo humanista comunitario", cuya finalidad apuntaría a devolver al ser humano aquellas capacidades que no puede desplegar por causa de la enajenación a que está sometido.
"La sociedad sana"* (1955) y "El arte de amar" (1956) afianzarían su prestigio, sobre todo en ambientes universitarios. En estos textos escribiría acerca de su teoría del "amor maduro" como ingrediente para una realización individual que permitiera escapar a la enajenación producida por la sociedad de consumo o la omnipotencia del propio Estado. Se empeñaría en armonizar el marxismo y el psicoanálisis, al mismo tiempo que abrazaría en su pensamiento las aportaciones de Oriente, siendo fruto de esta reflexión su obra "Budismo zen y psicoanálisis". Otras obras serían "El hombre para sí mismo" (1947), "El lenguaje olvidado" (1951), "La misión de Sigmund Freud" (1956), "Más allá de las cadenas de la ilusión" (1962), "¿Tener o ser?" (1966) o "La anatomía de la destructividad humana" (1973).
En 1962 fue nombrado profesor de la Universidad de Nueva York. Recorrió muchos países dictando cursos. En 1980 falleció en Murallo (Suiza) el que se consideraba uno de los líderes y principales exponentes del movimiento psicoanalítico del siglo XX.
RESUMEN DE LA OBRAEn “Psicoanálisis de la sociedad contemporánea”, Erich Fromm realiza una crítica a la “sociedad occidental” cimentada en el capitalismo, al cual considera como el responsable de los males de nuestra cultura.
El autor inicia cuestionando la idea generalizada que plantea la idea de que la sociedad occidental, al tener “altos niveles de vida” es la sociedad más sana que existe o haya existido; idea que no es más que una ilusión nacida de nuestra propia enfermedad.
Para aclarar tal afirmación, y teniendo como criterio (sólo a modo de ejemplo) que los fines de la sociedad son la espontaneidad, la libertad y la expresión auténtica de sí mismo, establece la siguiente distinción:
- Cuando una persona no ha alcanzado tales fines, entonces tiene un defecto grave.
- Cuando un defecto está presente en la mayoría de los individuos de una sociedad, entonces se presenta un defecto socialmente modelado.
- Cuando los defectos de un individuo son más graves que los de la mayoría de los integrantes de su sociedad, presenta una neurosis.
- Finalmente, algunas personas presentan una estructura caracterológica diferente a las demás personas de su sociedad y, por tanto, sus defectos y conflictos difieren ostensiblemente de los de las demás personas.
En realidad, un defecto socialmente modelado no es más que un comportamiento neurótico generalizado producido por la estructura de la sociedad; al producirlo la sociedad, produce también las normas o mecanismos que le ayudan a los individuos a vivir con tal defecto sin caer presas de la angustia ni hundirse en la locura. Sin embargo, tales mecanismos pueden fallar (y de hecho lo hacen) en casos más graves del defecto, por lo que la persona se ve enfrentada sola a su defecto, el cual le genera una angustia intolerable, llevando a la persona a manifestar su enfermedad. Además, hay un grupo de personas que, con raíz en una estructura caracterial diferente, sufren unos conflictos y defectos que igualmente difieren de los de las demás personas, por lo cual los mecanismos de protección contra la angustia generados por la sociedad les son inútiles, y no son lo suficientemente sanos para vivir “contracorriente”.
Tales defectos socialmente modelados son los que configuran la patología social o patología de la normalidad, como las denomina el autor.
Para poder comprender adecuadamente tal patología, y darle el tratamiento que requiere, es necesario, según el autor, comprender la verdadera raíz de la naturaleza y la situación humana. Según su análisis, el animal no vive su vida, no es dueño de ella, por cuanto se le imponen las leyes biológicas naturales que lo abarcan y trascienden, de tal modo que el animal forma parte de la naturaleza y nunca la trasciende; vive en armonía con ella, la cual le proporciona todo lo que necesita, incluso las formas “adecuadas” de responder ante los peligros y conflictos propios de la existencia. Pero el hombre es un animal diferente: desde el momento histórico en que adquirió consciencia de sí mismo, y que desarrolló la razón y la imaginación, comenzó a dejar de ser un animal, rompió su armonía con la naturaleza y, en el proceso de irse haciendo ser humano, se encuentra en un continuo e inevitable estado de desequilibrio.
Es de este desequilibrio que se desprenden las necesidades auténtica y específicamente humanas; a diferencia de las animales, que tienen que ver fundamentalmente con la subsistencia del individuo y la continuidad de la especie, las necesidades del hombre tienen que ver con la tensión entre el impulso a alcanzar la humanidad y su propensión a retornar a la animalidad. Tales necesidades, y sus respectivos conflictos, son:
De cómo se resuelvan esos conflictos para la mayoría de las personas de una sociedad, dependerá la salud o enfermedad de la misma.
Lo expuesto hasta esta parte, no es, sin embargo, lo central del libro, sino que apunta a darle soporte al concepto clave en torno al cual construye su discurso el autor: el concepto de enajenación o, según otra posible traducción, alienación, término tomado de la teoría marxista. Este término lo define el autor como:
«... un modo de experiencia en que la persona se siente a sí misma como un extraño. Podría decirse que ha sido enajenada de sí mismo. No se siente a sí mismo como centro de su mundo, como creador de sus propios actos, sino que sus actos y las consecuencias de ellos se han convertido en amos suyos, a los cuales obedece y a los cuales quizás hasta adora» (p. 105).
En otras palabras, la persona enajenada es aquella que no es realmente dueña de sí misma, de su vida y sus decisiones; es posible que se haga la ilusión, y de hecho así sucede, de que tiene perfecto dominio sobre su voluntad y destino, pero es eso, tan sólo una ilusión.
Hay varios procesos sociales de nuestra cultura occidental que son origen y manifestación de tal enajenación; los definiremos sólo brevemente:
- Cuantificación y abstractificación: se toma como referencia el dinero. Éste no es más que una abstracción del trabajo humano: si trabajas tanto, si realizas tal tipo de trabajo, recibes determinada cantidad de dinero. Con esta “abstracción del trabajo” puedes conseguir (comprar) muchas cosas a diferentes cantidades de ella, de forma que se va perdiendo todo contacto real y objetivo con las realidades en las que interviene el dinero como factor de cambio, incluso las relaciones interpersonales, la primera de ellas, la relación empleado-empleador: el empleado no es más que un número en una planilla de pago, que recibe determinada cantidad de dinero; así mismo, el “patrón” es sólo una gran cantidad de dinero capaz de contratar tu fuerza de trabajo a cambio de determinada cantidad de ese dinero.
- Creciente división del trabajo: a causa de ésta, sobre todo en el campo siempre creciente de la industria, el trabajador se va especializando cada vez más, de tal forma que ya sólo le toca hacer una pequeña parte del total del proceso de la fabricación de un artículo. Así, el trabajador pierde el contacto, en cuanto constructor, con el producto como un total.
- La “idolatría”: en el sentido de que el hombre, poco a poco, ha terminado dependiendo de sus creaciones, hasta el punto que éstas tienen un gran poder de control y determinación en sus vidas: las posesiones del hombre terminan poseyéndolo a él.
- Burocratización: para manejar las inmensas industrias de hoy día, e incluso el Estado, se ha creado una nueva clase de funcionario: el burócrata; éste, a diferencia del trabajador industrial, no manipula cosas, sino personas; pero esas personas son para él poco más o menos como números, cantidades, por las cuales no siente el menor afecto; no las quiere ni las odia, simplemente las manipula según la necesidad.
- El control de la propiedad: en la sociedad moderna se introdujo una nueva modalidad de propiedad: la propiedad por acciones. Las grandes empresas de hoy pertenecen a un gran número de propietarios, cuyo único vínculo con su propiedad es un “papel” que garantiza que reciban las utilidades del capital que han invertido, pero que poco o nada saben o influyen en el funcionamiento de “su” empresa.
- La producción: como ya se dijo antes, el empleado ya no tiene contacto con el producto total que ayuda a construir, de tal forma que pierde el sentido de su función. Pierde el contacto con el objeto y con la función social de su actividad.
- La adquisición y el consumo: a su vez, los consumidores establecen una relación enajenada con los artículos que adquieren y consumen: gracias a la publicidad, las personas son manipuladas para impulsarlas a consumir más y más; consumo que no tiene que ver tanto con los beneficios reales y objetivos del artículo como con la “idea” de él que vende la publicidad.
- El empleo del tiempo libre: éste se ha convertido en un “artículo” más que se consume; la misma industria cultural moldea a las personas de la sociedad para que consuman determinadas formas de diversión que, en general, no dotan de significado la vida, sino que más bien la vacían de todo significado profundo, de forma que las diversas formas de “recreación” acaban siendo una forma de evadir el profundo tedio y vacío de la vida más que una forma del hombre re-crearse y re-crear su entorno social y natural.
- Las fuerzas sociales: el hombre está preso y es manipulado por unas fuerzas sociales tácitas, que nadie enuncia, pero que están ahí, envolviéndolo todo y llevando a la persona a amoldarse a su sociedad, a contentarse con ser como todos y a procurar no ser diferente.
- El cambio: como una derivación del consumo, la gente de hoy está ansiosa de cambiar, de tener siempre lo más novedoso, independientemente de que lo necesite o no, de que sea necesario el cambio o no. Lo importante es cambiar, estar siempre a la última, estar siempre en ascenso social.
- Él éxito como medida de la valía de la vida: el éxito entendido como la capacidad de la persona para vender su fuerza laboral en el mercado, entendido como la posibilidad de obtener la mayor diversión posible, ser aceptado como uno más del grupo, etc. Si no se logran estos objetivos socialmente condicionados, pareciera que la vida no tiene sentido.
Como conclusión de todo esto, y analizando la sociedad contemporánea, el autor afirma que el hombre de hoy, que la sociedad de hoy, adolece de una profunda enfermedad, ya que, si se entiende que la persona sana
«... es la persona productiva y no enajenada; la persona que se relaciona amorosamente con el mundo y que emplea su razón para captar la realidad objetivamente; que se siente a sí misma como una entidad individual y única, y al mismo tiempo se siente identificada con su prójimo; que no está sometida a una autoridad irracional y acepta de buena voluntad la autoridad racional de la conciencia y la razón; que está en proceso de nacer mientras vive, y considera el regalo de la vida como la oportunidad más preciosa que se le ofrece» (p. 228).
Y que, a su vez...
«Una sociedad sana desarrolla la capacidad del hombre para amar a sus prójimos, para trabajar creadoramente, para desarrollar su razón y su objetividad, para tener un sentimiento de sí mismo basado en el de sus propias capacidades productivas» (p.66).
mientras que...
«Una sociedad insana es aquella que crea hostilidad mutua y recelos, que convierte al hombre en un instrumento de uso y explotación para otros, que lo priva de un sentimiento de sí mismo, salvo en la medida en que se somete a otros o se convierte en un autómata» (p.66).
… entonces no es difícil ver que la sociedad moderna corresponde más a esto último. De todos modos, para no extendernos más, la solución que propone el autor es la del socialismo, según sus palabras:
«La única solución constructiva es la del socialismo, que tiende a una reorganización fundamental de nuestro régimen económico y social, en el sentido de libertar al hombre de ser usado como un medio para fines ajenos a él, de crear un orden social en que la solidaridad humana, la razón y la productividad son fomentadas y no trabadas» (p. 229).
ANÁLISIS CRÍTICO
Aspectos positivos
Dos cosas quiero resaltar en esta obra, aunque no hayan quedado evidenciadas en el resumen precedente:
- El optimismo del autor: a pesar de la dura época en que le tocó vivir, no ha perdido su fe en el ser humano, sino que cree en su capacidad para salir adelante y caminar hacia el despertar pleno de su humanidad.
- Su perspectiva realista en cuanto a la visión y solución del problema que él plantea: siendo psicoanalista, no se reduce a una mirada psicoanalítica de la situación problémica, sino que le da una mirada interdisciplinaria, integral, y enuncia claramente que la misma cualidad debe tener cualquier solución que se plantee.
Aspectos negativos
- Su suposición de que el problema social se puede solucionar aplicando el mismo procedimiento empleado para el tratamiento del individuo. Según él,
«El tratamiento de una patología social debe seguir el mismo principio [del tratamiento de la patología individual], ya que es la patología de muchísimos seres humanos, y no la de una entidad fuera y aparte de los individuos» (p. 26)
La sociedad, según esto, no vendría a ser más que el agregado de una gran cantidad de individuos. Este concepto, desde la moderna teoría de sistemas, es sumamente cuestionable. Como sistema, como organización, la sociedad tiene su propia entatividad; utilicemos una analogía: el cuerpo humano no es sólo un conglomerado de células, si bien cada una tiene su propia vida y está empeñada en cumplir su propia función, forman parte de un todo que las trasciende, tiene una vida propia, una actividad y una consciencia propias, que están más allá de los individuos celulares. Lo mismo, la sociedad tiene su propia vida, su propia evolución; al igual que cualquier ser vivo (aunque parezca atrevida la comparación) las sociedades nacen, crecen, incluso hasta se reproducen (pensemos en las sociedades y las culturas a que dieron origen los imperios griego y romano), y mueren. Así, pues, las sociedades son entidades que, aunque conformadas por seres humanos, no se puede reducir a la conglomeración de sus componentes y, por tanto, no se le puede dar el mismo trato que se le daría a cualquiera de los individuos.
- Aunque pretende ser crítico e imparcial, el autor está seriamente influido por las posturas socialistas. Si bien en su libro hace una crítica seria y profunda, tanto del capitalismo como del marxismo, no puede evitar tener ciertos tintes ideológicos que, por más que revista de ciencia, siguen siendo una forma más de enajenar a las personas.
CONCLUSIÓN
Ciertamente, la sociedad contemporánea evidencia síntomas de una grave enfermedad, enfermedad que adolecen en masa las personas que la conforman. No puede haber otra explicación para tantos horrores como a diario se ve en la televisión y en la prensa periodística. Pero también hay salud; es cierto, no se ve mucho en televisión, porque no es rentable, porque no eleva el raiting, pero ahí está. Son estas personas las verdaderas “curas”, los verdaderos “anticuerpos” de la “patología social”. Es ilusorio pretender instaurar una “terapéutica social”, pues a las sociedades las mueven las fuerzas de la historia humana, que trascienden con mucho el devenir de los seres humanos particulares.
Nuestra sociedad seguirá su evolución, su “vida enferma”, y acaso muera de esa enfermedad. Pero, sin duda, dejará, al menos, un “hijo”, el cual es de esperarse que surja con toda la fortaleza y la salud de las nuevas generaciones.
Mientras tanto, se necesita que más y más de esos “anticuerpos” sigan trabajando en mantener viva nuestra sociedad, en paliar su sufrimiento y, tal vez, se vale soñar, lleguen a ser tantos, que traigan la cura a nuestra vieja y aparentemente moribunda sociedad. Quien sabe.
FUENTE
FROMM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. México: Fondo de Cultura Económica, 1971. Pp. 309.
NOTAS
* Traducido generalmente bajo el título “Psicoanálisis de la sociedad Contemporánea”.