Ayer, lunes 22 de abril, en la emisión de 7:00 p.m. de Noticias RCN, una de las representantes de la Comunidad LGBTI y de la Ideología de Género puntualizaba que, en caso de que el proyecto de ley que busca la elevación a la dignidad de “matrimonio” de las uniones entre dos personas del mismo sexo (“matrimonio igualitario” les ha dado por llamarla, como una estrategia para contrarrestar el estigma — y de enmascarar la realidad — que supone la expresión “matrimonio gay”, de uso más generalizado): “… entonces nos tocará inundar las notarías y los juzgados con tutelas” . Típico de estos movimientos este tipo de amenazas que, disfrazadas bajo eufemismos como “presión política”, “presión social” u otros semejantes, buscan imponer su ideología y sus reivindicaciones ejerciendo violencia en contra la Constitución Nacional (art. 22) y de la mayoría del pueblo Colombiano, esta vez, intentando intimidar a los legisladores con congestionar a “tutelazos” el sistema jurídico, lo cual ciertamente le crearía un caos paralizante.
Ellos, que se “llenan la boca” invocando la “democracia”, la “libertad” y el “respeto” en su reivindicación de supuestos derechos fundamentales, no dudan en acometer con estrategias que son un irrespeto a las convicciones de las mayorías colombianas; que violentan la libertad al tratar de imponer costumbres e ideologías con las que la mayor parte de la nación no está de acuerdo; que atropellan la democracia al presionar a través de su “lobby” y mediante estrategias mediáticas, civiles y legales agresivas e, incluso, deshonestas, para imponer sus demandas y su ideología.
Algunos preguntan: “¿Qué tiene de malo que los gays se casen?”; y no faltan los que terminen diciendo: “Eso es cosa de ellos, a nadie le hacen daño”. Y, entonces, cabe preguntarse: ¿Qué es lo que hay en realidad detrás de las presiones del lobby gay para que se apruebe el matrimonio entre personas del mismo sexo?
Pues bien, la “lucha” por el establecimiento del estatus legal del matrimonio gay es un buen ejemplo de lo que se llama una “estrategia en cascada”… por utilizar una expresión muy común en algunas partes: “Una cosa lleva a la otra”: el matrimonio le confiere a la pareja el estatus de familia, por tanto, al admitir legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo, se les estaría confiriendo la dignidad de familia; pero, como dicen algunos, una familia está incompleta sin hijos… por lo tanto, concomitantemente a reconocer estas uniones como familia, se les estaría reconociendo un supuesto derecho a tener hijos (derecho que, por la Ley Natural, no tienen)… y como resulta que algunas parejas del mismo sexo no pueden tener hijos de modo natural (principalmente las parejas constituidas por dos hombres), tal supuesto derecho se traduciría en otro supuesto derecho: adoptar hijos.
Así pues, el objetivo último que busca el lobby gay con su lucha por el reconocimiento del estatus legal de matrimonio a las uniones civiles de personas del mismo sexo (en algunas partes donde ya se logró esto, ya se están alzando algunas voces pidiendo que se les imponga a las Iglesias y Religiones el “deber” de casar a personas del mismo sexo… otro atropello más a la democracia y la libertad de quienes no están de acuerdo con las ideologías gay y de género) es el acceso a la posibilidad de la adopción de hijos por parte de las parejas gay.
Y acá surge una nueva inquietud: si, en esta época compleja, en la cual hasta a los mismos niños y jóvenes criados por un “padre” y/o una “madre” heterosexuales, les está resultando difícil realizar un adecuado proceso de identificación sexual, ¿esto no le resultará difícil, con mayor razón, a un niño o a una niña criad@ por “dos papás” o por “dos mamás”… o a un niño o a una niña criad@ por un “papá-papá” y/o por un “papá” que se viste y que actúa como “mamá”… o por una “mamá-mamá” y/o por una “mamá” que se viste y se comporta como “papá”? (podría seguir haciendo una enumeración más extensa de las posibles combinaciones de parejas homosexuales, según la larga clasificación de “géneros” y de “identidades sexuales” promovida por la Comunidad LGBTI y por la Ideología de Género, para evitar ser tildado de “reduccionista” o de “caricaturizador”, pero sería muy dispendioso).
Hasta hace poco, era normal que los niños y las niñas de entre dos y cinco años jugaran a “te muestro el mío si me muestras el tuyo”, y que preguntaran a sus padres: “¿Por qué soy niño/niña?”, o: “¿Por qué tengo pene/vagina?”, (tal vez no con ese vocabulario tan “sofisticado”, pero el hecho es que preguntaban acerca del asunto)… pero detrás de esa pregunta había una clara conciencia: existen “niños” y existen “niñas”… y una clara definición: “¡Yo soy niño!”, o: “¡yo soy niña!”… y con esos juegos y con esas preguntas, ponían a los preocupados padres en la tarea (penosa para algunos) de buscar el momento, la forma y las palabras oportunas y adecuadas para explicarles que los niños tienen “pene” y las niñas “vagina”, y cuál es el “uso” y “utilidad” del pene y la vagina.
Hoy en día, en cambio, se están empezando a multiplicar los casos de niños y niñas que, incluso a una edad avanzada (me refiero los 7 e, incluso los 10 años) en vez de lo anteriormente dicho, preguntan “¿Yo soy niño o niña?”… y no es que desconozcan que los niños tienen pene y las niñas vagina (cosa que ya desde preescolar y los primeros años de la educación básica se les enseña en las instituciones educativas)… ni tampoco es que no sepan la función de estos órganos en la reproducción humana (eso también se los enseñan en las escuelas… y en la televisión… y en el internet… y en el cine… e, incluso, en la música que se escucha habitualmente)… ¡No! Se debe ante todo a que, debido a la “propaganda” gay diseminada, camuflada y, en no pocas ocasiones, descarada, que circula por los medios de comunicación social, además de lo que el lobby gay podría llamar sus “logros jurídicos, sociales y culturales”, los niños y las niñas tienen cada vez menos claro qué significa “ser niño” y qué significa “ser niña”… se impone cada vez más la idea de que la “orientación sexual” y el “género” son cuestión de “elección” personal… pero para el niño y la niña, tal idea necesariamente choca con la evidencia biológica plasmada en su cuerpo… y, al muchos no tener la suficiente madurez intelectual y afectiva para dilucidar el asunto… y enfrentados a la agresiva campaña mediática… y pese al lavado de cerebros realizados por algunos textos y por algunos maestros de “educación sexual”… entran en confusión y, en medio de dicha confusión, no pocos, para tratar de aclararse el asunto, empiezan a experimentar con su sexualidad, tomando decisiones y participando en experiencias que terminan confundiéndolos aún más. ¿Acaso vamos a ser tan ingenuos de creer que la crianza por parte de dos padres del mismo sexo no va a contribuir más a ese estado confusional?
Así pues, la reivindicación del lobby gay de que se reconozca jurídicamente un “matrimonio” gay, no es tan inocente ni tan inofensiva como algunos creen… es malintencionada (lo que buscan en el fondo, es que las parejas homosexuales puedan adoptar niños y/o niñas, supuesto derecho que, reivindicado directamente, tendría menos posibilidad de ser “aceptado” social y jurídicamente) y sumamente peligrosa para nuestros niños y niñas (que tendrían mayores dificultades para realizar un adecuado proceso de identificación sexual) y, por ello, para la sociedad.